Cartas de BP a Lady Olave
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Descripción

El dia 22 de febrero se celebra el nacimiento de BP y su esposa Olave. La casualidad quiso que ambos naciesen el mismo día… solo que con ¡¡32 años de diferencia!!

Existe una anécdota curiosa que relata su hija Heather (“B.P. -A family album”, 1986) a este respecto: durante un viaje a Estados Unidos en 1919 la prensa los recibió saludando a “Mr. Powell y su hija” (lo cual no era extraño, BP era sólo 3 años más joven que el padre de Olave).

el fundador vivió con tanta intensidad su vida como militar que se olvidó que en el mundo había algo más que disciplina, órdenes y deber para con su país. Eso y que las mujeres victorianas, educadas para un papel muy limitado, suponían un estímulo muy pobre para él (y no sólo para él, también para muchos hombres de aquel tiempo).

Cuando conoció a Olave se encontró con una mujer muy vital, 32 años más joven y mucho más activa de lo habitual en la época, aficionada al tenis, al hockey, a la natación, al patinaje, al squash, a dar largos paseos…alguien que compartía sus aficiones y no renegaba ante la posibilidad de una acampada.

Los sentimientos de Olave por el Jefe están bien documentados en sus diarios (tal y como refleja Tim Jeal en su biografía): lo adoraba. Le encantaba estar con él y disfrutaba enormemente de su capacidad de observación, sus habilidades artísticas y sus relaciones sociales y su experiencia.

Y desde luego no puede faltar la lectura de esa última carta (1940) de cariño de BP (a quien Olave llamaba afectuosamente “Robin” (que significa ‘petirrojo’, pues en sus cartas el fundador solía terminar con el dibujo de ese pequeño pájaro, aunque también es una expresión coloquial que podríamos traducir como “rubio”. En realidad Olave solía dirigirse a él como “Bin” para acortar). Al final del artículo podéis leerla íntegra, pero hoy os he traído al blog otras menos conocidas.

Según cuenta Olave en su biografía “Window on my heart” (1973), BP le había dejado un sobre con cuatro cartas, escritas en varios periodos diferentes de su vida en los que había sentido su futuro como incierto. En lugar de haber tirado las primeras el fundador las había conservado añadiendo otra adicional al sobre en cada ocasión.

La primera de ellas fue escrita en Francia, durante la Primera Guerra Mundial…

Etaples, 21 de enero de 1916

“Querida Dindo (es una expresión de cariño con la que el Jefe se dirigía siempre a su pareja… aunque también la usaba ella con él),

si tu murieses antes que yo me sentiría de esta modo: creo que uno debe pagar siempre por lo que consigue en este mundo y desde luego que si es algo muy bueno deberías esperar tener que pagar mucho por ello. La pregunta es ¿merece el costo lo bueno?

Esa pregunta me ha asaltado a menudo conforme me he ido sintiendo más y más enamorado de ti, más y más ligado a ti.

Me he dado cuenta, quizá solo en parte, lo terrible que será la ruptura el día que llegue (ya que es algo que debe ocurrirnos a alguno de nosotros).

Me he preguntado a mí mismo si no sería mejor vivir como hacen algunas parejas, en términos de simple amistad de manera que cuando llegue el momento de partir no suponga un golpe tan duro para el superviviente. Y mi respuesta ha sido NO, este glorioso amor entre nosotros bien merece cualquier golpe que pueda venir después.

Es tal felicidad, tan continua y absoluta, hasta donde dure, lo que da a la vida un carácter diferente, y haber tenido unos pocos años de ella como hemos tenido bien merece la pena cualquier tristeza que pueda (y tendrá que hacerlo) venir al final.

Así que si el golpe debe caer sobre mí siento que seré capaz de soportarlo Estando Preparado para ello viéndolo como el precio que debo pagar para haber tenido la mejor y más feliz vida que ningún hombre haya tenido jamás. Y continuaré teniendo una parte de ti en nuestros queridos hijos, que me ayudarán a llenar el vacío.

Pero si todo esto ocurre no verás esta nota, sino que lo harás si ocurre lo contrario, que me vaya yo primero, pero se aplica igualmente a tu caso. ¿No lo ves de la misma forma?”

La tercera de ellas fue escrita en Pax Hill, su casa durante gran parte de su vida, algún tiempo después de recuperarse de una gravísima operación de próstata en 1936:

“Mi querida Dindo:

He visto a muchos hombres de mi edad morir inesperadamente y en caso de que esto me ocurriese a mí quiero dejarte unas pocas palabras de despedida.

Te escribí una nota a tal efecto hace años y la dejé, junto con otra, en el sobre en el que has encontrado esta. Iba a romperlas por ser muy viejas pero les he echado un vistazo y creo que, aunque fueron escritas hace mucho tiempo, reflejan exactamente lo que siento hoy y lo que sentiré hasta el final.

Que nuestro amor y felicidad durante los últimos veinticinco años bien merecen la pena del precio que tú o uno de nosotros tendremos que pagar por perder a nuestro compañero.

Gracias a Dios no vas a deprimirte por ello, ya que tienes una buena cantidad de trabajo aún ante ti con las Guías.

Así que, cariño , ponte a ello con un corazón valiente y hazlo. Si hay un Más Allá, estaré allí, mirando y esperando. Bin.”

Casi un cuarto de siglo despues cuando volvio sentir irse sus fuerzas nuevamente tomo una hoja del Hotel “Outspan” donde se encontraba hospedado en esa oportunidad y le volvio a escribir a su querida Dindo, en esta oportunidad tambien dejaria otras cartas para los dirigentes y guiadoras, para sus Scouts, para sus Guias Scouts y para el publico general…

“Querida Dindo:

No sé si mi debilidad creciente e inexplicable de las últimas semanas significa el principio del fin para mí, pero si es así no me importa personalmente -es sólo una cosa natural. Ha llegado el momento de irme de esta vida.

He tenido una vida extraordinariamente feliz, muy especialmente durante estos últimos veintisiete años, que los has hecho gloriosos y afortunados para mí. No creo haber desperdiciado mucho de mi tiempo mientras viví. Es bueno pensar que además de mi acendrado militarismo, nuestros esfuerzos por los muchachos y las niñas han tenido éxito más allá de lo esperado.

Es bueno sentir que nuestros hijos están todos casados, felices y establecidos en la de vida.

El mundo ha sido muy bueno conmigo y de algún modo lamento dejarlo con todo lo que tiene de interesante, pero ha llegado al punto en que no puedo ser más útil que como observador, así que es correcto que me vaya.

Pero lo que es más para mi que todo el mundo, eres tú, mi amor. El hecho de tener que dejarte es el dolor que más me obsesiona -no sólo por mí mismo, sino especialmente debido a que significará un terrible quebranto en tu propia vida.

Una cosa que me tranquiliza es que tú eres tan razonable que lo verás en su justa proporción, como una cosa natural que tiene que suceder, y te enfrentarás a la prueba con valentía durante un corto trecho, hasta que el tiempo sane la herida.

Me agrada pensar que tienes la mejor manera de consolarte ante ti, en forma de trabajar bastante con las Guías. También tienes el gran amor de tus hijos y sus hijos, que te ayudará. Tu pena será el único remordimiento que tendré al morir; si supiera que no te dejas llevar demasiado por la tristeza, moriría tranquilo, mi D.

Tu Bin.”