Los Scouts y La Masonería
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Manual del explorador
Los Scouts y La Masonería
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Manual del explorador

Descripción

La influencia de la masonería en el escultismo chileno de los primeros años es realmente impactante. Encontramos diversas referencias a esta relación y al ataque frontal del catolicismo contra el escultismo por doquier. En este pequeño trabajo incluiremos algunas citas sobre este tema.

En la “Revista Católica” (1919) se publica lo siguiente:

Instituciones masónicas: Las siguientes son masónicas y de ninguna manera deben recibir la cooperación de los católicos:

  • Los Boy-scouts
  • Las Girl-guides
  • Las colonias escolares de vacaciones.
  • La liga protectora de estudiantes pobres.
  • La sociedad de instrucción primaria.
  • La liga protectora de estudiantes primarios.
  • La junta de beneficencia escolar.
  • Los recreatorios dominicales infantiles.
  • El ropero escolar.

La reacción no se hizo esperar y en nombre de la sociedad de Instrucción Primaria y de la Junta de Beneficencia escolar, la señora Elvira Santa Cruz Ossa proclamó:

“La Sociedad de Instrucción Primaria, a la que tengo honor de pertenecer, y las demás sociedades sindicadas como masónicas, abarcan todo el problema educacional, cívico e higienista que tiende a combatir la mortalidad infantil, vigorizar la raza y disminuir el vergonzoso analfabetismo en Chile”.

En la obra “Historia de la Iglesia en Chile”, el señor Araneda Bravo se refiere a los scouts diciendo que “en el arzobispado de González Eyzaguirre el laicismo continuó su obra y en su afán de ganarse la niñez y a la juventud para apartarlos de la Iglesia, creó los boy-scouts (niños exploradores) institución destinada a ejercitar a los niños en el deporte. Las excursiones se hacían los domingos, muy de mañana, para aprovechar la jornada; de esta manera, los niños no participarían en la misa, que era precisamente el objetivo de la fundación. El Arzobispo, conocedor de los objetivos perseguidos por la Masonería, condenó con energía la nueva institución”.

En 1920, bajo el seudónimo de “Veritas” se publica en Santiago una obra titulada “La francmasonería y sus obras en Chile”, donde se afirma que: “Como todas las obras de la masonería tienden a un mismo fin cual es alejar de Dios al individuo, arrancándole la fe, extirpando de su corazón hasta el último gérmen de creencias religiosas, esta institución de los Boy Scouts lleva envuelto, además de este satánico objetivo, este otro, no menos malévolo y funesto que aquel: el de alejar al niño de su hogar y arrebatarlo al cariño de sus padres”.

Este libelo dice además que “su fundador y organizadores en Chile eran y son todos masones de tomo y lomo”. Esta afirmación es una verdad a medias, pero lo cierto es que entre los fundadores del escultismo chileno había varios que sí lo eran como Joaquín Cabezas, por ejemplo, quien junto al Dr. Alcibíades Vicencio se dedicó a la difusión del escultismo en sus primeros días. El 21 de mayo de 1909, aniversario del Combate Naval de Iquique, se funda la Asociación de Boy Scouts de Chile, que contaría con un apoyo incondicional de la Masonería y con la más férrea oposición del catolicismo, que en pocos años organizó grupos similares.

En el Primer Congreso Masónico Nacional (1912) se propuso ayudar y estimular a las organizaciones juveniles “en especial la de los Boy Scouts, por la que los masones guardaban especiales preferencias desde su fundación”.

En 1915 el Gran Maestro de la Masonería Chilena proclamaba:

“esperamos que el esfuerzo hasta ahora desplegado en favor del scoutismo por la Masonería chilena se extienda e intensifique sin intermitencias, en forma que no haya Logia y, si es posible, no haya Hermano que no consagre su empeñoso afán a la fundación de nuevas brigadas o a la prosperidad de las existentes”.

Catolicismo, Scoutismo y Masonería

Durante décadas, algunos supuestos “scouts” nos han querido hacer creer que el escultismo es un movimiento “evangelizador y católico”. Sin embargo, este concepto erróneo (que confunde a las personas ajenas al escultismo, viendo en él una herramienta más de la Iglesia Romana) tuvo su origen en el “pacto” que realizara el verdadero escultismo y la Iglesia en la década del 20, a fin de no desmembrar a la institución original.

Nos dice el escritor Roger Peyrefitte que “la Iglesia, antes de apoderarse del escultismo, se opuso a él encarnizadamente” ¿Puede ser esto cierto?

Recordemos que al ser fundados en Uruguay los “exploradores orientales” (1914), institución católica, uno de sus jerarcas (Vicente Ponce de León) decía:

“Creo que una de las obras que mayor bien producirán para mantener unidos a los jóvenes, será la de los exploradores uruguayos, idea robada al enemigo, pero sabiamente explotada por el joven y celoso sacerdote Antonio Soza Ponce, quien dota a su país de una institución que disciplina las voluntades y forma soldados de Cristo, valientes y enérgicos, que no conocerán el miedo y sabrán hacer de las pasiones peldaños para escalar al cielo”.

¿Quién era ese enemigo que cita Ponce de León? En este primer acercamiento al estudio del escultismo y la masonería, dejaremos que los propios católicos hablen…

Escribía Monseñor Delassus, obispo de Cambrai (Francia) en “La Semaine Religieuse” (1911):

“El origen del escultismo es muy sospechoso, y se puede constatar que ha hecho suyo el emblema de la Francmasonería. Al establecer la obediencia ciega a jefes desconocidos, al usar gritos, signos, gestos secretos que permiten a los niños ocultarse de las personas mayores, acostumbra a sus adeptos a la organización secreta, a la jerarquía misteriosa de la secta. El escultismo es, indudablemente, la francmasonería para niños”

El boletín “Eco Parroquial” de la Aguada (1915) advertía: “Muchos son los que aún no creen en los trabajos solapados de la Masonería. Las iniciativas por ella tomadas con el fin de contrarrestar los benéficos efectos que en la sociedad produce la religión son muchas, y entre ellas cabe señalar la fundación de las instituciones de boy scouts.

Con el fin de ir preparando a la medida de sus deseos a la juventud del mañana y hacer que dejen de cumplir con los deberes religiosos y los preceptos de la Iglesia, han fundado esas instituciones en todos los países del mundo, incluso el nuestro, donde hacen sujetar la acción de los jóvenes a un reglamento, cuyas disposiciones son un claro exponente de la impiedad de la institución, a pesar de las manifestaciones de sus directores de que a sus filas pueden ingresar todos los jóvenes sin distinción de ideas religiosas. Aún los católicos. Y nosotros decimos ¡sobre todo los católicos! Pues ese es el fin perseguido, que ingresen a esas instituciones el mayor número de jóvenes y niños católicos, para dirigirlos a su gusto y poco a poco llevarlos al camino del error, apartándolos de toda idea o sentimiento religioso. El objeto de los iniciadores y directores, no es obtener el concurso de los jóvenes que por descuido de sus padres viven apartados de la religión, no, ellos quieren a los que la profesan, porque de lo contrario no alcanzarían su fin y los propósitos se verían defraudados.

Los obispos franceses han iniciado una campaña contra esas instituciones, llamando la atención sobre ella de las familias católicas y exhortándolas a no permitir el ingreso de sus hijos. Lo mismo cabe decir de las familias católicas de nuestro país.

Mucho cuidado, pues, con los trabajos de la Masonería. No confiéis a ella, padres de familia, la dirección de vuestros hijos”

En Chile, el obispo José María Caro (1924) afirmaba que

“debido a la iniciativa masónica se establecen por todas partes sociedades de boy scouts, que son más fáciles de establecer, por estar tan adueñada de la enseñanza oficial la Masonería; se fundan sociedades infantiles, colonias escolares, centros de cultura, dirigidos por hermanos masones o por miembros del profesorado que, conscientes o no, son instrumento de los planes masónicos. Se dirá tal vez ¿qué mal hay en esas instituciones? Aparentemente ninguno o poco tal vez; realmente van encaminadas a apartar al niño, al joven, al obrero, de la religión. Las sociedades de boy scouts e infantiles alejan al niño y al joven del cumplimiento de la misa, el día festivo, y quitan tiempo y la ocasión para instruirse en la religión”

Siendo tan opuestos al espíritu del escultismo, ¿cómo la Iglesia Católica se apoderó de muchas asociaciones scouts, generando fracturas institucionales en todo el mundo?

El jefe mundial de Tropa, William Hillcourt, revela en “Las dos vidas del héroe” que “el fundador del escultismo estuvo preocupado desde los inicios del movimiento por el hecho de que en algunos países habían surgido asociaciones separadas, siguiendo orientaciones sectarias”, como en el caso de los “católico-romanos que se separaban de las asociaciones nacionales reconocidas y formaban sus propias asociaciones scouts”

El fin de la situación de enfrentamiento se dio a partir de la crisis de 1920 entre la Iglesia Católica y la YMCA (Asociación Cristiana de Jóvenes). Esta última era “de carácter cristiano, pero no sectario; reina en ella un espíritu amplio y liberal, y está abierta a todo joven honesto”, según la declaración del influyente diario “El Siglo”

Este pluralismo hizo a los católicos desconfiar, y dijeron que “no sería raro que estuviera bajo el ala protectora de la Masonería la Asociación de Jóvenes Cristianos, protestante como es y llamada a separar del cumplimiento de sus deberes cristianos a los jóvenes que incautamente se dejan prender en las redes de sus atractivos y pasatiempos. No olvidemos que los masones se quedan casi siempre en bastidores…”

En el año 1920, la Santa Sede condena a la YMCA, afirmando que

“tales organizaciones, mientras manifiestan una especial preocupación por la juventud, confunden su fe con la excusa de hacerla más pura; enseñando una concepción de vida con la prescindencia de todas las iglesias y de toda profesión religiosa”

Sobre esto, decía el argentino Aníbal Atilo Rottjer (1973):

“La YMCA, también llamada masonería blanca, acarrea la ruina de la fe de los jóvenes, al afirmar que su finalidad es hacerles conocer mejor la verdadera vida por encima de toda religión y confesión religiosa”

Es a partir de la censura a la poderosa YMCA que Baden Powell comienza a dialogar con la Iglesia Católica para mantener la unidad scout mundial, aunque ésta aguardó a la muerte del fundador para iniciar sus verdaderos planes de expansión, con fracturas institucionales en toda América, incluso en nuestro país.

Pero, ¿tenían razón los católicos de principios de siglo? ¿Era el Movimiento Scout una organización paramasónica?. La Enciclopedia Católica revela que “la fuerza de la masonería, está sin duda en que hay más masones y muchas veces mejor calificados para la ejecución del trabajo masónico fuera de la Hermandad que dentro de ella. La Masonería misma, en Europa y América, funda sociedades e instituciones de semejante forma y fin para todas las clases de la sociedad e infunde en ellas su espíritu”.

Sin duda, la influencia masónica se hace notar en las tradiciones místicas del escultismo, pero esa influencia “nefasta” que revelaba el catolicismo ultramontano era una estrategia para lograr monopolizar la educación infantil. Esa idea la había acuñado Mariano Soler (1881), al decir que “la masonería para realizar sus planes de descatolizar el mundo ha dirigido su especial cuidado a la enseñanza de la juventud, en quien está el porvenir de las sociedades”

Esa simplificación de “Masonería=Ateísmo” es una de las falacias más difundidas del catolicismo, ya que los grandes masones de la historia han sido fervientes creyentes en Dios, al que llamaron el Gran Arquitecto del Universo.

Simbolismo Masónico del “Libro de la Selva”

Rudyard Kipling era un entusiasta miembro de la Masonería, iniciado en la India y propagador de la filosofía de esta sociedad secreta a través de sus libros. En la obra “Kim” hay varias alusiones a la Hermandad, una de ellas revelando que el propio Kim sería destinado a un orfanatorio masónico, ya que el padre de éste había pertenecido a dicha cofradía. Uno de sus poemas más célebres (“Mother Lodge”) revela algunos aspectos de su vieja logia, donde el propio Kipling era el “Segundo Vigilante”, una de las tres autoridades principales de una reunión de masones.

“Tú y yo somos las misma sangre” Mowgli, el niño perdido en la selva y criado por los lobos de la inmortal obra de Rudyard Kipling “El Libro de las Tierras Vírgenes”, tiene para los masones y para los scouts, significados profundos que van más allá del cuento y la circunstancia, pues relacionan el desarrollo del ser humano desde su plano material hasta el espiritual mediante el mundo analógico de la selva con la sociedad de hombres.

Estos artículos están contenidos en la página scout uruguaya “El arte de los bosques” de donde fueron extraidos e insertados en mi página. La idea es poder conocer las raíces e historia del Movimiento Scout es interesante leerlos. Al inicio tiene una pequeña nota que reproduzco.